Reporte insomnio digital

INSOMNIO DIGITAL
Mariana Gutiérrez  
Ernesto Piedras  
 
Al pensar en nuestra vida 5 años atrás, es evidente que la rutina, la manera de asimilar información, de interactuar, o hasta de administrar las relaciones sociales, se ha transformado al ritmo que ha avanzado la tecnología. La interacción en la red es prácticamente inmediata con la disponibilidad de Banda Ancha móvil en el celular o en la tablet, que prácticamente siempre están encendidos.
Así, el acceso generalizado a internet a través de un dispositivo portátil implica un acceso fácil a una variedad inmensa de contenido y con ello, las relaciones personales vienen contigo en todo momento. Así, puedes publicar fotos, lo que haces o lo que piensas, y las personas con las que estás conectado se enteran instantes después. Por lo mismo, nuestro tiempo se consume en mayores cantidades en la red.
Ha cambiado la forma en que vivimos, pensamos, amamos, etc…incluso, ha cambiado la forma y el número de horas que dormimos.


En México, más del 30% de la población ha padecido insomnio, y de éstos el 10% lo sufre de manera crónica.
Hasta ahí, la tecnología no es el elemento al que se le debe atribuir la perdida de cantidad o calidad de sueño, para lo cual conviene que hagamos una rápida revisión al uso que le damos a los dispositivos digitales.
El uso del celular es cada vez más generalizado e intensivo entre los mexicanos: cuatro de cada cinco tenemos uno y casi el 15% de éstos son teléfonos inteligentes, o Smartphones. La situación en Estados Unidos ejemplifica muy bien la tendencia de uso de la tecnología. En Estados Unidos, el 30% de las personas utilizan su celular para enterarse de las noticias de última hora y otro 30% lo hacen a través de una computadora. La tendencia mundial a nivel profesional y académico se inclina hacia la compra de un Smartphone, que da a los usuarios mayor accesibilidad a la información que utilizan frecuentemente.
Así, el 40% de los profesionistas posicionan a su teléfono inteligente como algo tan importante para ellos como su pareja emocional. La creciente sustitución de telefonía fija por la móvil y la creciente penetración de Smartphones en el mundo, son hechos que ejemplifican la manera en que la tecnología se va incrustando en nuestra forma de vida. Por lo tanto, esta transformación también se observa en nuestros hábitos de sueño.
Antes, las imágenes que nos mantenían despiertos, o nos arrullaban, se proyectaban de la televisión. Ahora, ésta ha sido lentamente reemplazada por toda una gama de dispositivos que nos ofrecen contenidos más variados y acomodables a un antojo o capricho.
El 95% de las personas tienen contacto con algún aparato electrónico, como la televisión, el celular, o la computadora, en la última hora antes de acostarse; por su parte, cerca del 60% de los jóvenes que tienen un celular lo utilizan antes de dormir. Casi todas las personas que cuentan con un teléfono móvil, de todas las edades, lo mantienen cerca mientras duermen. De esta forma, se puede concluir que  prácticamente para todos,  el último contacto del plano consciente se hace con un celular, aunque sea para activar la alarma, ya que el 80% de las personas utilizan la alarma del celular para despertarse.
Los usuarios de Smartphones, casi siempre están conectados y accesibles para las personas con las que interactúan, además de que el contenido en línea está siempre disponible para ellos. El uso intensivo y complejo que se le da a los Smartphones envuelve todas las actividades del usuario en el dinamismo de la tecnología. Hasta logra alterar la paciencia del usuario durante el tiempo que transcurre entre mandar un mensaje, recibirlo, y contestarlo, especialmente cuando el mismo dispositivo te anuncia que el mensaje ya fue recibido por la otra persona.


El uso del Smartphone al revisar un mensaje nuevo, noticias, fotografías o videos publicados en las redes sociales, se convierte en un reflejo, un impulso que raya en la obsesión hasta cuando se sabe que probablemente no se ha recibido nada.
Este mismo impulso genera que 1 de cada 4 personas revise el celular para ver si tiene mensajes al despertarse a la mitad de la noche, y dado el caso, 3 de cada 5 se lo llevan al baño.
Además, entre los dueños de Smartphones, el 70% lo revisa justo al momento de despertar entre semana, y prácticamente todos lo hacen por lo menos en la primera hora que están despiertos.

El sin sueño después del Smartphone
Observamos cómo el uso de la tecnología se va entrometiendo en la realización de nuestras actividades diarias. El uso intensivo de la misma nos hace más eficientes y productivos en lo que hacemos. Sin embargo, toma esfuerzo estar a la vanguardia de la tecnología, y una vez estando dentro del ciclo, el mismo dinamismo te hace sentir una creciente dependencia en ella. Aun así, saber aprovechar las tecnologías de la información te abre las puertas a un mundo de posibilidades que se sigue ampliando constantemente y, mejor aún,  puedes llevar siempre contigo.
El fenómeno tecnológico no tiene freno ni reversa, al contrario, cada vez toma más impulso y velocidad. De esta forma, observamos cómo los Smartphones lentamente invaden nuestra vida onírica. Se duerme menos, y menos profundamente.  Si está afectando nuestro sueño, la tecnología empieza a mermar la misma productividad que nos promete. Por lo mismo, tenemos que ser capaces de encontrar el balance en su uso ya que de lo contrario, cada vez más de nosotros estaremos padeciendo insomnio digital.


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Un mundo interconectado, de William Hague

Un mundo interconectado, de William Hague

La llegada y evolución del ciberespacio está revolucionando nuestra vida diaria. Esto podría convertirse en un reto global para el cual sería necesaria una respuesta coordinada. Sin embargo, hasta la fecha, el debate ha estado dividido y carece de un enfoque claro.
Reino Unido cree que esto ha de cambiar, que es urgente un mayor consenso internacional que involucre a los principales agentes que actúan en el ciberespacio.
Por este motivo, he invitado no sólo a representantes gubernamentales, sino también a miembros de la sociedad civil y del mundo empresarial, a la Conferencia sobre el Ciberespacio que se celebrará en Londres los próximos días 1 y 2 de noviembre. La respuesta no está en manos de un único gobierno. Juntos hemos de ver cómo vamos a conseguir que se mantengan los beneficios económicos y sociales de internet, salvaguardándolo de amenazas cibernéticas sin malograr por ello la innovación futura.
El acceso a internet se ha extendido a un ritmo increíble: de 16 millones de usuarios en el año 1995 hasta casi 2.000 millones a fecha de hoy. Esta rápida evolución, junto con su poder de conexión, ha generado grandes oportunidades económicas y sociales que no hubiéramos podido prever hace 20 años.
La expansión de este mundo interconectado beneficia a todos: se estima que por cada 10% de incremento en el acceso de banda ancha, el PIB aumentará en una media de un 1,3%. Además de promover la competencia y la eficiencia, está abriendo mercados nuevos.
Una industria con base en la red se ha convertido en parte fundamental de nuestras economías. La industria de Reino Unido está valorada ya en 100.000 millones de libras, representando el 8% de nuestro PIB total, y se espera que crezca a un ritmo del 10% a lo largo de los próximos cuatro años. A nivel global, el comercio electrónico mueve cada año unos 8 billones de dólares.
Cada vez son más los países en los que sus habitantes dependemos de internet para casi todo lo que hacemos: desde encontrar un trabajo a hacer un curso, mantenernos en contacto con los amigos o hasta pagar los impuestos.
La red también promueve la innovación y la creatividad educando a generaciones enteras, especialmente al permitir el acceso rápido a la información. Tan solo en Google hay más de 1.000 millones de búsquedas cada día.
Nuestra dependencia del ciberespacio difumina las fronteras geográficas, derriba las divisiones culturales y religiosas tradicionales, une a las familias y a los amigos y permite el contacto entre aquellos que comparten inquietudes.
Internet ha fomentado también la transparencia. La Primavera Árabe ha demostrado cómo la capacidad de compartir ideas ha conllevado cambios inimaginables y ha ayudado a ciudadanos a levantarse contra regímenes opresivos.
El suministro de servicios públicos, la respuesta ante emergencias y catástrofes naturales, así como la capacidad para resolver delitos, están mejorando inconmensurablemente gracias al uso del ciberespacio.
En los países en vías de desarrollo, internet ya marca la diferencia, ofreciendo a muchos un futuro mejor: proporciona educación a comunidades rurales, permite la monitorización remota de pacientes seropositivos y puede predecir el brote de una enfermedad.
Pero el auge del mundo interconectado también ha generado considerables retos, que socavan estos beneficios y representan una seria amenaza.
En estos últimos años se ha conseguido aumentar la conectividad global y, sin embargo, las diferencias en el terreno digital continúan siendo importantes: dos tercios de la población mundial continúan sin poder iniciar una sesión de internet.
El ciberespacio también es un mundo de oportunidades para los delincuentes, que lo utilizan para defraudar a los gobiernos y a las empresas, así como para explotar a los más vulnerables. El coste económico del delito cibernético es considerable, alrededor de 1 billón de dólares al año. El coste humano es mucho mayor. También los terroristas utilizan internet para planificar atentados criminales y reclutar a las siguientes generaciones invadiendo foros y salas de chat con sus ideologías perniciosas.
Los gobiernos represivos utilizan los avances tecnológicos para violar la privacidad y libertad de expresión de sus ciudadanos. También han abierto cauces nuevos a través de los cuales los estados puedan lanzarse ataques hostiles, causando daños en las infraestructuras o apropiándose de secretos, sembrando el miedo a una guerra cibernética. La amenaza es real: alrededor de 20.000 correos electrónicos maliciosos son enviados todos los meses a redes gubernamentales británicas.
No obstante, creo que el impacto de internet es positivo. Algunos países no comparten esta opinión, por lo que conseguir consenso internacional no va a ser fácil. En Londres tendremos la ocasión de asegurar un porvenir audaz e innovador a la red. Si queremos proteger las oportunidades que nos ofrece el desarrollo del ciberespacio, no podemos dejar su futuro al azar, tenemos que actuar ya.
William Hague. Ministro británico de Asuntos Exteriores.